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Prensa católica

Enrique Lluch Frechina

Vida Nueva

¿Inflación o Fútbol?

La ministra de economía de Argentina tuvo al principio del actual mundial de fútbol de Catar una intervención que nos dice mucho sobre la manera de hacer política y economía en estos momentos. Sus declaraciones textuales fueron: “Yo considero que hay que trabajar todo el tiempo por la inflación, pero un mes no va a hacer una gran diferencia y, en cambio, desde el punto de vista anímico, de lo que significa para el conjunto de las argentinas y los argentinos, queremos que Argentina salga campeón”.

La prioridad para la ministra coincide con la prioridad del economicismo y de gran parte de la sociedad en estos momentos. Ante el dilema que puede haber entre inflación y fútbol se decanta por este último. La ministra cree que es más importante el estado anímico de sus conciudadanos (y conciudadanas) que una situación justa desde el punto de vista económico. Por ello está dispuesta a dejar a un lado la lucha por algo que considera justo, como es la moderación de una inflación ha tenido unas subidas de precios interanuales en Argentina que están por encima del 35% desde septiembre de 2019 y que en este último mes ha alcanzado el 88% interanual, para priorizar que su selección gane el mundial.

Esto no es sorprendente, porque desde hace mucho tiempo (como ya he señalado en algún otra entrada de este blog) la economía está al servicio de los deseos y no de las necesidades o de la justicia. Buscamos que la gestión económica incremente nuestro bienestar y pensamos que este viene dado por nuestro capacidad de hacer realidad los deseos que tenemos: encontrarnos bien, estar satisfechos, estar contentos y alegres es el destino final de nuestros desvelos económicos.

De hecho, en estos momentos no solo compramos bienes y servicios, sino que también accedemos a través de nuestros dineros a diversas experiencias. Vivir cosas que están fuera de lo normal es algo que eleva nuestro estado anímico. ¡Y qué mejor que los nuestros ganen un mundial! Por ello, nuestros gobernantes se preocupan por nuestro estado anímico, por lograr que nos encontremos más animados a pesar de que la realidad no sea justa.

Una alegría o una pena pasajera

Ahora bien, el estado anímico de un partido de fútbol o de un campeonato se acaba en el momento se ha ganado (o se ha perdido). Y entonces vuelve la cruda realidad, la inflación argentina, o las desigualdades, o los problemas económicos. El cumplimiento de estos deseos es algo limitado que no lleva más allá, que no transforma la vida, que solamente nos da una alegría o una pena pasajera.

Entre la inflación y el fútbol, decididamente, la inflación. Necesitamos políticos y economistas que piensen en la población y en las condiciones económicas justas y favorables, especialmente para los más necesitados. Olvidar esto es una frivolidad que solamente es reflejo de lo superficial que es el economicismo actual.