UPAP de la Marina
UPAP

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arciprestazgo de Villaviciosa



26/01/2025

Drones sobre nuestro mapa

Andamos sobrevolando el mundo dando soplo a la vieja pretensión humana de volar como los pájaros. Primero lo intentamos con el globo, luego con los aeroplanos, después con helicópteros y todo tipo de aviones, con satélites siderales, y ahora más cómodamente con unos sencillos drones que nos filman nuestros recovecos. Es hermoso asomarnos al escenario geográfico, aunque no contenga el otro factor como es el de la historia. Tiempo y espacio son las dos coordenadas que nos sitúan, aprendiendo tanto y de tantos, evitando los errores cometidos mientras agradecemos los resultados logrados.

Dibujar un mapa tendría esos matices de nuestra preciosa naturaleza regalada en la que tuvieron lugar los avatares sucedidos. En esto estamos también los cristianos astures, con nuestros tiempos y espacios en revisión continua. Queda atrás una estela maravillosa que es la herencia que nuestros mayores nos han legado. Pasan los días, los años y los siglos, y vamos escribiendo una historia inacabada. ¡Cuántos momentos vividos con todos sus registros humanos, sociales, políticos, económicos y eclesiales! Aun con fallos y pecados, hemos aportado la caridad más solidaria con los pobres diversos, la fe celebrada en una liturgia bella, y la esperanza que nos abrió horizontes para la confianza.

El paso del tiempo nos señaló innumerables retos que nos desafiaban en cada momento reclamando tomas de postura, decisiones audaces, dejar lo que ya no servía, vislumbrar lo que era necesario, mientras custodiábamos con esmero lo que nos seguía acompañando en la andadura. Así se escriben los renglones de nuestra historia cristiana en estos trece siglos que tuvieron su comienzo en el paso de Jesús por nuestro mundo dejando prendida la llama del Evangelio y la compañía de su amistad, hasta llegar a aquel año 811 en el que comenzamos propiamente como Iglesia en Asturias.

Al asomarnos a nuestra bella geografía, vemos cómo las gentes viven en sus distintos ámbitos: en los pueblos de alta montaña, en los valles profundos, en las villas y ciudades, en los rincones de nuestros trescientos kilómetros de costa marinera. Con ese panorama verdaderamente hermoso, han ido sucediéndose los distintos avatares que han marcado nuestros pasos: momentos de paz o batalla, de prosperidad o penuria, de explosión vivaracha o envejecimiento imparable, de clarividencia cultural o cerrazón enrocada, de apertura a un mundo inabarcable o atrincheramiento en nuestras cosas cotidianas.

La comunidad cristiana ha tenido que habérselas con lo que nos despechaba el ánimo, y las preguntas y certezas de cada generación. Así hemos llegado a este momento en el que ponemos en marcha las llamadas “Unidades Pastorales” como novedad en nuestro mapa. No cambia el Evangelio del que somos heraldos, ni la doctrina de la Iglesia que abrazamos con filial comunión, ni tampoco la llamada a ser santos según la vocación recibida por cada uno. Lo único que cambia es el modo de contarlo, de testimoniarlo y de organizarlo. A esto se deben las Unidades Pastorales de la Diócesis de Oviedo, incluyendo las tres vicarías, los doce arciprestazgos y las 934 parroquias que en nada cambian. Las Unidades Pastorales que se otean desde el dron de la historia contemporánea reorganizan esa vida cristiana implicando a sacerdotes, religiosas y laicos en una labor compartida para anunciar la Buena Noticia en un momento en el que hace tanta falta ante el cansancio y desencanto que asola y acorrala a demasiadas personas defraudadas por la mala política corrupta, la violencia de las guerras, las desgracias naturales que nos hostigan. Con las Unidades Pastorales buscamos una mayor y mejor coordinación para llegar a más gente que espera la luz y la alegría del Evangelio. Una buena ocasión para proponerlo con decisión ilusionada al comienzo del Año Santo Jubilar, que nos invita a ser testigos de la esperanza. Este es nuestro empeño y nuestro calendario.